Los Nombres del Aire surge como una respuesta a la interrogante sobre la naturaleza del deseo de las mujeres, y como cuenta el autor :
«[.:.]vinculada al propio descubrimiento de la limitación de los hombres para comprender el mundo femenino, y cómo necesitamos esforzarnos para entenderlo porque estamos educados para lo contrario. Llevar las voces de una mujer ha sido mi reto. Cada personaje femenino que he construido es la mezcla de diferentes mujeres que he conocido a lo largo de mi vida…»
Al principio podría parecer una novela de singular erotismo. Y si fuera sólo eso, no deja de deleitarnos la delicia de su lenguaje, su prosa sublimada a una alta poesía. No, este libro, exploración del erotismo femenino, ejercicio de ascesis, narra la historia de Fatma, que en la transición de niña a mujer, es víctima de un desasosiego que no pasa desapercibido por los habitantes de la ciudad, la mítica, pero al mismo tiempo, real, Mogador (crisol de tres culturas, tres credos); y cada cual ofrece sino una singular explicación, una rebuscada panacea, hasta que Fatma encuentre a ese pajarillo perdido, encarnado en la presencia de Kadiya…
Haciendo un recorrido por esa tradición árabe milenaria: el erotismo, cantado ya por Ibn Hazm, que nos impregna de olores de especias en el zoco, de imágenes incitantes en el hammam, o baño público (como ante «El Baño Turco» de Ingres) de antiguas recetas para curar el desamor, Ruy Sánchez nos lleva de la mano, en capítulos cortos, precedidos de una bellísima caligrafía árabe, de fácil lectura , pero exquisita voluptuosidad, por patios árabes y ardores femeninos que responden a una necesidad primigenia.
Con parsimonia, sin prisas, y abocado al placer, Ruy Sánchez se posesiona de nosotros una y otra vez, nos lleva al éxtasis,nos eleva al clímax, como debe uno leer estos libros, es decir, como un amante apasionado y devoto.
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El que parte y comparte...
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