Muchos de los cuentos que ahora se dirigen al mercado infantil tuvieron su origen en leyendas para entretener adultos. Sheldon Cashdan ( y antes de él Bruno Bettelheim) dedicaron su estudio a la psicología de los mal llamados «cuentos de hadas» y su posterior adaptación al público infantil, via Perrault y Grimm primero y Disney después.
El príncipe violando a la Bella Durmiente, Caperucita haciendo un lento strip-tease para el lobo, la madrastra mutilando los pies de las hermanastras de Cenicienta, son sólo algunos de los ejemplos de las versiones adultas de cuentos clásicos. La psicología propia de estos relatos es tan sexual, tan humana, que vale la pena revisitarlos desde nuestra perspectiva.
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