De tattoos y otros tabús…


“….que hacían sacrificios con su propia sangre cortándose unas veces las orejas a la redonda, por pedazos, y así las dejaban por señal. Otras veces se agujereaban las mejillas, otras los bezos bajos; otras se sajaban partes de sus cuerpos; otras se agujereaban las lenguas, al soslayo, por los dos; otras, se harpaban lo superfluo del miembro vergonzoso dejándolo como las orejas, con lo cual se engañó el historiador general de las indias cuando dijo que se circuncidaban…”

-Fr. Diego de Landa, “Relación de las cosas de Yucatán”


Para algunos, símbolo de pertenencia, status o religión; para otros, por motivo de estética o arte, para unos más, motivo de exclusión y discriminación, el tatuaje desde su misma historia ha tenido reacciones encontradas; no es casualidad que su etimología rime con tabú (otra palabra, préstamo del polinesio)

No obstante, ha acompañado a la historia de la humanidad desde sus principios. Ha sido practicado y perfeccionado por siglos en el mundo entero, desde los Ainu de Japón( siendo este país uno de los más ricos  en cuanto a tradición tatuadora, irezumi), los bereberes del norte de África, los maoríes de Nueva Zelanda, los hausa de Nigeria, árabes, turcos y taiwaneses, aunque también es común entre los polinesios, filipinos, Borneo, América desde Alaska hasta  Tierra del Fuego, algunas partes de Europa, Cambodia y Micronesia.

En muchas partes del mundo sirvió para dar sentido de pertenencia; ejemplo de estos son los tatuajes en los legionarios de Roma, donde indicaban, rango militar, número de legión, entre otras cosas. En otros, como en China tenía un carácter de índole punitiva; a un ladrón se le tatuaba un trazo en la frente, para que fuera fácilmente reconocible, si reincidía, se le practicaba otro. Pero el tercero, formaba el caracter que significa «Perro».El testimonio más antiguo en contra del tatuaje, lo encontramos en Levítico 19:28 : No hagáis en vosotros ni en tus hijos marcas de tatuaje.

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